¿Quién no ha escuchado en casa la letanía de la mili? Mi padre repetía periódicamente la misma cantinela recordando a aquellos con quienes coincidió en Melilla, que han perdurado en el cajón de los recuerdos protagonizando una época única. Los sacrificios, las estrecheces, la férrea disciplina, la falta de la familia y del afecto cercano, se suplían gracias a la solidaridad y el compañerismo de otros hombres en un escenario emocional común. Por eso existen varias generaciones de españoles para los que la mili es un tiempo de añoranzas. Por eso darían cualquier cosa por saber qué fue de aquellos compañeros que una lista de alistamiento puso en su camino y una obligada licenciatura arranco de él.
Qué no darían por un abrazo como el que compartieron el trío de paracaidistas que Manuel estaba deseando juntar. Aprovecho para confesar que resultó una experiencia formidable rodar en la BRIPAC, una unidad del ejército que debe llenarnos de orgullo puesto que intervienen en numerosas operaciones humanitarias dejando muy alto el pabellón español. Su trabajo es impecable, su trato exquisito. El modo en que se apoyan entre ellos, incluso cuando han dejado la Brigada tiempo atrás, es admirable. Gracias a todos por un día donde aprendí tantas y tantas cosas. Entre otras cosas a crear en los equipos los mismos lazos sólidos y longevos que fomentan ellos. Ahí va mi homenaje a la BRIPAC, junto a Carmen -directora del programa.
Me asombró la voluntad de los tres amigos de mantenerse unidos con la amalgama del cariño incluso cuando no se veían y me enterneció el miedo a no llegar a tiempo en la búsqueda de uno de ellos: de Raymundo, porque parecía que se le había tragado la tierra. Hicimos un pequeño milagro y ese día el equipo el programa repartía besos a diestro y siniestro. La alegría de los tres paracaidistas con el mismo corazón tatuado era contagiosa.
En nuestro Tercer “Dime qué fue de ti” también Luis buscaba a Alec. En realidad era fácil dar con él a poco que se lo hubiera propuesto, pero he aprendido que la necesidad de saber no siempre se corresponde con la voluntad activa de búsqueda; a veces existen frenos invisibles que transforman en difícil lo más simple. Cortapisas que nos ponemos nosotros mismos, prejuicios, temores a ser rechazados por la otra parte. Miedo al qué dirán, a encontrarnos con la pregunta de “¿Por qué me buscas ahora? ¿Qué quieres de mí?”, cuando la mayor parte de las veces solo anhelamos respuestas comunes: “¿Qué ha sido de ti? ¿Te encuentras bien? ¿Has pensado alguna vez en mí?”.
Para Luis, Alec fue luz al final del túnel. De un pasadizo oscuro, jalonado por el rechazo íntimo a su propio cuerpo, por el de la burla y los insultos de sus compañeros de instituto, la indecisión de hacia dónde caminar y de qué modo hacerlo. Una reasignación de género es un proceso complejo necesitado de muletas que ayuden al implicado o a la implicada a avanzar con seguridad, y Luis las encontró en Alec. Ambos habían nacido portando rasgos femeninos y tuvieron que ir despojándose de muchas capas hasta llegar a ser ellos mismos. La suya es una historia de aprendizaje, de tolerancia a la diversidad. De respeto. Por eso resultaba crucial cerrar el círculo.
En el caso de Juani buscar a Aida implicaba responderse a una duda eterna: ¿qué había llevado a su amiga a desaparecer el mismo día de su boda? Muchas veces me he preguntado cómo hubiera reaccionado en su caso, qué hubiera pensado si mi mejor amiga se hubiese acercado durante la celebración y, en pleno banquete, me hubiera dicho al oído: “Despídete de mí porque va a ser la última vez que me veas”.
¿Lo peor, quizá? Ella lo rumió durante años; hasta que llegamos nosotros y pudo esclarecer una desaparición que parecía de cine negro.
Para desentrañar el secreto de Juani y Aida te sugiero que veas la tercera entrega de “Dime qué fue de ti”. Aquí la tienes. ¡Disfrútala!
http://www.rtve.es/alacarta/videos/dime-que-fue-de-ti/dime-fue-11-07-16/3659618/
Deja un comentario